Diez tendencias clave de la vitivinicultura argentina
Suele decirse que el vino es un organismo vivo. También lo es la industria vitivinícola en su conjunto, conformada tanto por las bodegas como por los propios consumidores.
En esta producción, Vinos & Bodegas indagó en las últimas tendencias que están marcando a fuego a esta actividad, que sigue evolucionando y experimentando cambios. Y si bien todas estas tendencias son palpables hoy en día, sin dudas serán cada vez más evidentes en los próximos años.
1. El regreso del Semillón
Durante décadas, la variedad Semillón permaneció como una de las cepas blancas más postergadas de la vitivinicultura argentina. Pero ahora el mercado está asistiendo a un redescubrimiento del Semillón.
Claro que hay un dato paradójico: la superficie implantada con esa variedad en la Argentina no para de retroceder. De hecho, en lo que va del año se registraron 777 hectáreas de esa variedad, un 25% por debajo del nivel que había en 2002.
Pese a este lento y paulatino ocaso, más bodegas están volviendo a apuntar sus cañones en esta uva, de la mano de su altísima calidad enológica, principalmente para alumbrar vinos de alta gama.
2. Los rosados, cada vez más secos
Durante décadas, los vinos rosados eran considerados como una alternativa de baja calidad. Con suerte, los mejores se obtenían de lasangría durante la elaboración de vinos tintos.
Por fortuna, en los últimos cuatro o cinco años surgieron numerosos establecimientos que comenzaron a elaborar vinos rosados peropensándolos no ya como un derivado de los tintos, sino concibiéndolos desde el mismo viñedo.
Lo interesante es que poco a poco han ido surgiendo exponentes cada vez menos dulces y estridentes y que apuestan a un estilo más de la Provence. En general se trata de vinos sobrios en cuanto a color y aromas, de pulso más bien seco y de paso ligero.
3. El nuevo fetiche: los blends blancos
Tras la tendencia por la cual más bodegas fueron bajándole el pulso de la madera a tintos y a blancos –básicamente al Chardonnay-, la última tendencia fue comenzar a experimentar mucho más con los blends. Y los blancos no fueron la excepción.
En un contexto en el que está repuntando esta categoría, especialmente en el segmento de alta gama, cada vez más bodegas suman a su portfolio blends blancos.
4. El boom de los nuevos proyectos
La anterior y última gran oleada había tenido lugar tras la devaluación que llegó como consecuencia de la gran crisis de 2001. De la mano de un tipo de cambio ultra competitivo surgió una gran cantidad de proyectos que estaban principalmente orientados a la exportación.
Este período, que se extendió hasta 2006, luego entró en una fase declinante. En los años posteriores, cuando más se notó el atraso cambiario, fueron más las bodegas que salieron del negocio exportador que las que entraron.
Sin embargo, desde hace un par de años se comenzó a gestar la última oleada que trajo aires nuevos a la industria.
Si se tuviera que trazar un hilo conductor podría decirse que, en general, son proyectos chicos o medianos, con estructuras muy flexibles y la gran mayoría de ellos están impulsados por un enólogo.
5. La exploración de nuevas zonas y terroirs
En este último tiempo, de manera silenciosa, se ha dado un fenómeno muy interesante: la exploración de nuevos terruños. En general, se trata de emprendimientos de pocas hectáreas de viñedos emplazados en zonas vírgenes o muy poco investigadas.
Uno de los pioneros en este sentido es la dupla conformada por Santiago Achával y Roberto Cipresso, que hace pocos años dieron vida a Matervini, una bodega que elabora apenas 18.000 litros por vendimia.
Lo fundamental es que uno de sus vinos se produce a partir de uvas de El Challao, en las Heras, en un área nueva, emplazada a más de 1.600 metros de altura y a la cual en un comienzo sólo podían accederse a caballo. También poseen un pequeñísimo viñedo en el por ahora poco explorado Valle de Canota, en plena precordillera, al pie de Villavicencio.
Otro pionero en la conquista de nuevos terroirs es Alejandro Sejanovich, creador de proyectos tan disímiles entre sí como Manos Negras, Teho, Zaha, TintoNegro y Anko, quien está investigando el potencial de un viñedo emplazado en un valle ubicado a 2.000 metros de altura, en Uspallata.
6. Avanzan las cepas no tradicionales
Por cuestiones comerciales o enológicas, la realidad es que no abundan las bodegas se atrevan a lanzar vinos realmente diferentes. Pero lo cierto es que cada vez se experimenta más.
En este último tiempo ha surgido un amplio abanico de establecimientos que, a partir de cepas nada tradicionales para la industria vitivinícola local, están sorprendiendo con vinos de alta calidad y con mucho potencial de crecimiento.
7. La revalorización del Cabernet Sauvignon de Agrelo
En los últimos años, la mayoría de las novedades vitivinícolas provino del Valle de Uco. Específicamente, las texturas que le imprimen los suelos calcáreos a tintos y blancos –propios de los grandes terroirs a nivel mundial- convirtieron a zonas como Gualtallary o Altamira en los dos grandes hotspots del momento.
Sin embargo, así como ha proliferado este estilo de vinos con ADN de Uco, recientemente se inició una fase de revalorización de lostintos de Luján de Cuyo, más precisamente del Cabernet Sauvignon.
Enólogos que durante años trabajaron ese terroir están realmente convencidos del enorme potencial y han levantado bien en alto la bandera de Agrelo.
8. Se refuerza la apuesta por lo orgánico
En sintonía con la creciente demanda internacional y en un contexto en el que cada vez más se prioriza la producción de alimentos de manera sustentable y amigable con el medioambiente, más bodegas en la Argentina están avanzando en el segmento de los vinos orgánicos.
9. Se consolida el Cabernet Franc
Hay un dato que vale la pena destacar: por primera vez, la superficie de Cabernet Franc en el país va camino a superar las 1.000 hectáreas. En concreto, se registran hoy en día unas 923 hectáreas, lo que implica casi 100 más que el año pasado.
Si bien es una cifra baja teniendo en cuenta que, según el Observatorio Vitivinícola Argentino, en la actualidad hay 224.570 hectáreas plantadas con viñedos, lo interesante es que confirma el camino estratégico que se está encarando desde la industria, que viene acompañando el crecimiento de la demanda pero con el foco puesto en la calidad.
Además, si se traza un comparativo con la evolución que tuvo otra variedad que también estuvo muy en auge en estos últimos años, como es la Petit Verdot, queda de manifiesto la mayor proyección que ha logrado la cepa Cabernet Franc, que hoy la supera en superficie en un 50%.
10. Altamira muestra sus múltiples facetas
Altamira –emplazado dentro del distrito de La Consulta, en el Valle de Uco- es un cono aluvional del río Tunuyán extremadamente codiciado, en el que un grupo de productores independientes defienden sus fronteras naturales. Esos límites naturales, aseguran son los que le dan identidad propia a los vinos que allí se generan.
En este contexto, pequeñas bodegas de la zona acaban de lanzar una asociación, por ahora de carácter informal, denominada Productores Independientes de Paraje Altamira (PIPA).
Como siempre sucede, resulta difícil definir y sintetizar las particularidades de un terroir en un único estilo de vinos, como si fuese una foto, sin vida y sin movimiento.