La experiencia de probar comida hecha en una impresora 3D
Un revolucionario proyecto gastronómico apostó por la tecnología tridimensional para confeccionar, además de sus comidas, todos los utensilios y el mobiliario del local. Los detalles de la innovadora propuesta del primer restaurante de comida 3D.
La impresora 3D marcó una revolución a partir del mismo momento en que llegó al mercado. Lo que en un principio estuvo enfocado meramente a la arquitectura y al diseño industrial en la confección de prototipos, luego se comenzó a implementar en diversas áreas como la medicina, en donde encontró gran utilidad, por ejemplo, para la construcción de prótesis y trasplantes. Hasta entonces, la alimentación era un campo casi inexplorado.
Pese a que ya se había experimentado en la preparación de alimentos con impresoras 3D, nadie había ido tan lejos como el restaurante Food Ink, que desembarcó en Londres. El emprendedor Antony Dobrzensky junto al reconocido chef Marcio Barradas fundaron en junio el primer local que, además de los alimentos, incorpora los cubiertos, los platos y hasta las sillas diseñados con la misma tecnología.
Para concretar la ambiciosa propuesta, contaron con el aporte de una compañía holandesa que a principio de año había lanzado la “byFlow”, una impresora 3D capaz de reproducir múltiples materiales como pastas, masas, humus, mousses entre otros.
La tecnología ofrece un abanico variado en su menú, pero encuentra algunas limitaciones. “La carne es difícil de imprimir por las preocupaciones sanitarias que rigen y porque resulta difícil generar una textura que provoque una sensación genuina en la boca”, señaló Sasha Mather, la directora de comunicaciones de la firma. Por ahora, la impresora 3D solo es capaz de procesar alimentos en forma de pasta.
Desde el restaurante, aseguran: “Creemos que la tecnología debe servir a un propósito y la estamos utilizando para añadir más magia a la magia. Estamos poniendo a disposición las tecnologías más innovadoras, como la impresión en 3D y la realidad aumentada, con el fin de elaborar la experiencia interactiva alimenticia más exquisita posible”.
Los comensales de Food Ink disfrutan de un menú de nueve platos, completamente elaborados a través de la impresora 3D en tiempo real. Como un añadido extra a la experiencia culinaria futurista, los visitantes pueden utilizar auriculares de realidad virtual durante la comida para escuchar música compuesta por un equipo de inteligencia artificial.
Tras el éxito conseguido en Londres, los directivos del restaurante planean una gira alrededor del mundo con el objetivo de exportar la experiencia a distintas ciudades. Entre muchas otras, Berlín, Dubai, Roma, Tel Aviv, Ciudad del Cabo y Los Ángeles. Sin embargo, una cena en el local tridimensional se vuelve una vivencia exclusiva por su precio, que oscila los 250 euros por persona.
Fuente: Infobae Tendencias